Con una indignación que aún resuena en los corazones de millones, se acerca una fecha infame: el 30 de marzo de 2025, día en que Yolanda Saldívar, la mujer que cegó la brillante vida de la estrella mundial Selena Quintanilla, podría ser liberada.



A sus 64 años, Saldívar, responsable de un crimen que privó al mundo de un talento inigualable y truncó sueños de toda una generación, pretende solicitar una libertad que no merece, buscando una supuesta tranquilidad en su hogar tras arrebatar la paz a incontables seguidores de Selena. Resulta aún más escalofriante la noticia de que esta asesina podría tener planes de lucrarse con el dolor causado, especulándose sobre una serie en Netflix que revictimizaría la memoria de Selena y ofrecería una perspectiva sesgada y, sin duda, manipuladora de los hechos.


Es una afrenta que, justo en vísperas del aniversario luctuoso de Selena, la mujer que la traicionó y asesinó pueda volver a caminar libre. Esta posibilidad no solo reabre las heridas de quienes amaron a Selena, sino que también representa un doloroso recordatorio de la injusticia y la impunidad. La idea de que Saldívar pueda rehacer su vida mientras Selena fue brutalmente despojada de la suya es un ultraje que clama al cielo y una profunda falta de respeto hacia el legado imborrable de la Reina del Tex-Mex.

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