Modesto se desplaza por la cancha con el balón. Fuente Externa


Tuto Tavarez

SANTIAGO.- Los habitantes del  ruidoso barrio de Pueblo Nuevo amanecieron en silencio este miércoles, se sentía un luto colectivo y una gran tristeza en los rostros, como cuando el club pierde una final en el Baloncesto Superior.
La razón de tantas congojas era el fallecimiento de Juan Modesto Domínguez Rodríguez, un niño que los pocos años que vivió llevó con orgullo el uniforme de La Bahía.
Modesto era una estrella en la cancha y quienes lo veían jugar vaticinaban del gran futuro que tenía como baloncestista.
Pero detrás de esa fogosidad y alegría en la cancha, en el cuerpo tierno de Modesto se escondía un cáncer que iba haciendo estragos en su anatomía.
Este martes Modesto no pudo continuar luchando contra el terrible y silencioso enemigo y como escribió el poeta Miguel Hernández: “Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado”.
Desde los cinco años de edad, Modesto comenzó a recibir los conocimientos del baloncesto, con los entrenadores Melvin Rosario y Gregory Roque.
“La cancha era su lugar favorito y allí lo encontraban cuando no tenía labores de estudios”, explicó Rosario.

SANTIAGO.- Los habitantes del  ruidoso barrio de Pueblo Nuevo amanecieron en silencio este miércoles, se sentía un luto colectivo y una gran tristeza en los rostros, como cuando el club pierde una final en el Baloncesto Superior.
La razón de tantas congojas era el fallecimiento de Juan Modesto Domínguez Rodríguez, un niño que los pocos años que vivió llevó con orgullo el uniforme de La Bahía.
Modesto era una estrella en la cancha y quienes lo veían jugar vaticinaban del gran futuro que tenía como baloncestista.
Pero detrás de esa fogosidad y alegría en la cancha, en el cuerpo tierno de Modesto se escondía un cáncer que iba haciendo estragos en su anatomía.
Este martes Modesto no pudo continuar luchando contra el terrible y silencioso enemigo y como escribió el poeta Miguel Hernández: “Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado”.
Desde los cinco años de edad, Modesto comenzó a recibir los conocimientos del baloncesto, con los entrenadores Melvin Rosario y Gregory Roque.
“La cancha era su lugar favorito y allí lo encontraban cuando no tenía labores de estudios”, explicó Rosario. No