Hace un año, su hija Rehtaeh Parsons, de 17 años, se suicidó.
Ahora está decidido a hablar sobre las circunstancias de su muerte.
Rehtaeh tenía 15 años cuando presuntamente sufrió un ataque sexual por parte de cuatro chicos en la provincia de Nueva Escocia, Canadá, en noviembre de 2011. Uno de ellos tomó una foto del incidente, que se difundió por la escuela y llegó a internet. A eso le siguieron meses de acoso cibernético, lo que culminó en su suicidio.
“Es muy frustrante ser padre de una hija que ha sido violada”, dice Canning.
“Era su papá. Se supone que tenía que ser el hombre de su vida, que la ayudara, la guiara y la salvara, y que ocurra algo así y mantener la compostura sin hacerle aún más daño es muy duro”, dice Canning.
Demasiado tarde
Después de su muerte, dos chicos fueron acusados de posesión y distribución de pornografía infantil. Fueron declarados no culpables y hay una causa legal en curso. Pero para muchos ya es demasiado poco y demasiado tarde.
La indignación pública después del suicidio de Rehtaeh puso el foco en la inacción de la policía, tanto después de la presunta violación como tras el acoso. Presionados, los legisladores de Nueva Escocia diseñaron rápidamente una ley para combatir la intimidación cibernética.
La Ley de Seguridad Cibernética, aprobada en 2013, les permite a las víctimas reportar casos de acoso cibernético a la policía, obtener una orden de protección e incluso llevar al abusador a los tribunales. Clarifica el papel de los directores de escuela y hace a los padres responsables de las acciones de los menores de 18 años.
La ley de Nueva Escocia motivó la creación de la primera unidad policial que trata exclusivamente denuncias de acoso cibernético. La unidad recibe 25 llamadas al día y desde su creación, en septiembre, ha trabajado en 153 casos.
El policía veterano Roger Merrick dirige la unidad y dice que el trabajo de policía es apenas el 50% del trabajo de su equipo. La otra mitad es hablar con los estudiantes sobre cómo prevenir el ciberacoso.
Sus oficiales procuran mantener los casos fuera de los tribunales y resolver las quejas de manera informal. En la mayoría de los casos, visitar al matón en cuestión y hacerle una advertencia formal es suficiente.
En casos más extremos, los investigadores pueden pedirle a un juez de la Corte Suprema una orden de prevención que prohíba cualquier comunicación entre el agresor y la víctima. Una violación de esta orden judicial puede llevar a multas elevadas o la cárcel.
La legislación también hace un llamado a los padres a supervisar “responsablemente” las actividades online de sus hijos, a pesar de que, en la práctica, pueden saber menos sobre las redes sociales que los jóvenes.
“Tomamos la mano de nuestros hijos cuando cruzamos la carretera, hablamos con ellos sobre el peligro de hablar con extraños. Y luego les damos una computadora y los dejamos solos. Ya no podemos fingir que no sabemos sobre el lado oscuro de internet”, dice Merrick.
A nivel nacional, el Parlamento canadiense está debatiendo una ley de protección contra los delitos en internet que se podría aprobar en las próximas semanas. El proyecto de ley convierte en delito compartir imágenes íntimas sin el consentimiento de la persona que aparece en la imagen.
El proyecto de ley fue propuesto en respuesta a la muerte de Rehtaeh Parsons y Amanda Todd, una mujer de la Columbia Británica que se suicidó después de ser acosada en línea y en persona.
Críticas
Los críticos temen que el proyecto de ley infrinja el derecho a la privacidad.
Y no todo el mundo está a favor de la ley de Nueva Escocia.
El Jones, una educadora y poeta aclamada de Halifax, elogia la ley por su énfasis en las consecuencias, pero critica el hecho de criminalizar a los niños, muchos de los cuales pueden haber sido acosados.
“Necesitamos educación”, dice Jones. “No podemos terminar el problema con una ley y pensar que va resolverlo por nosotros”.
Ella quiere una mejor educación sexual, en la que a los niños se les enseñe la importancia del consentimiento y a las niñas a entender que no están obligadas a estar de acuerdo con tener relaciones sexuales.
El padre de Rehtaeh pasa mucho tiempo pensando en los jóvenes en estos días.
“Hemos creado un monstruo, y ese monstruo son nuestros jóvenes, que no tienen idea de cómo tratar a las mujeres”, dice Canning . “Ellos no tienen idea de cómo ser un héroe. No tienen ni idea de cómo ser padre”.
Es debido a su crueldad, dice, que ya no tiene a su hija.
Fuente: www.audienciaelectronica.net
Ahora está decidido a hablar sobre las circunstancias de su muerte.
Rehtaeh tenía 15 años cuando presuntamente sufrió un ataque sexual por parte de cuatro chicos en la provincia de Nueva Escocia, Canadá, en noviembre de 2011. Uno de ellos tomó una foto del incidente, que se difundió por la escuela y llegó a internet. A eso le siguieron meses de acoso cibernético, lo que culminó en su suicidio.
“Es muy frustrante ser padre de una hija que ha sido violada”, dice Canning.
“Era su papá. Se supone que tenía que ser el hombre de su vida, que la ayudara, la guiara y la salvara, y que ocurra algo así y mantener la compostura sin hacerle aún más daño es muy duro”, dice Canning.
Demasiado tarde
Después de su muerte, dos chicos fueron acusados de posesión y distribución de pornografía infantil. Fueron declarados no culpables y hay una causa legal en curso. Pero para muchos ya es demasiado poco y demasiado tarde.
La indignación pública después del suicidio de Rehtaeh puso el foco en la inacción de la policía, tanto después de la presunta violación como tras el acoso. Presionados, los legisladores de Nueva Escocia diseñaron rápidamente una ley para combatir la intimidación cibernética.
La Ley de Seguridad Cibernética, aprobada en 2013, les permite a las víctimas reportar casos de acoso cibernético a la policía, obtener una orden de protección e incluso llevar al abusador a los tribunales. Clarifica el papel de los directores de escuela y hace a los padres responsables de las acciones de los menores de 18 años.
La ley de Nueva Escocia motivó la creación de la primera unidad policial que trata exclusivamente denuncias de acoso cibernético. La unidad recibe 25 llamadas al día y desde su creación, en septiembre, ha trabajado en 153 casos.
El policía veterano Roger Merrick dirige la unidad y dice que el trabajo de policía es apenas el 50% del trabajo de su equipo. La otra mitad es hablar con los estudiantes sobre cómo prevenir el ciberacoso.
Sus oficiales procuran mantener los casos fuera de los tribunales y resolver las quejas de manera informal. En la mayoría de los casos, visitar al matón en cuestión y hacerle una advertencia formal es suficiente.
En casos más extremos, los investigadores pueden pedirle a un juez de la Corte Suprema una orden de prevención que prohíba cualquier comunicación entre el agresor y la víctima. Una violación de esta orden judicial puede llevar a multas elevadas o la cárcel.
La legislación también hace un llamado a los padres a supervisar “responsablemente” las actividades online de sus hijos, a pesar de que, en la práctica, pueden saber menos sobre las redes sociales que los jóvenes.
“Tomamos la mano de nuestros hijos cuando cruzamos la carretera, hablamos con ellos sobre el peligro de hablar con extraños. Y luego les damos una computadora y los dejamos solos. Ya no podemos fingir que no sabemos sobre el lado oscuro de internet”, dice Merrick.
A nivel nacional, el Parlamento canadiense está debatiendo una ley de protección contra los delitos en internet que se podría aprobar en las próximas semanas. El proyecto de ley convierte en delito compartir imágenes íntimas sin el consentimiento de la persona que aparece en la imagen.
El proyecto de ley fue propuesto en respuesta a la muerte de Rehtaeh Parsons y Amanda Todd, una mujer de la Columbia Británica que se suicidó después de ser acosada en línea y en persona.
Críticas
Los críticos temen que el proyecto de ley infrinja el derecho a la privacidad.
Y no todo el mundo está a favor de la ley de Nueva Escocia.
El Jones, una educadora y poeta aclamada de Halifax, elogia la ley por su énfasis en las consecuencias, pero critica el hecho de criminalizar a los niños, muchos de los cuales pueden haber sido acosados.
“Necesitamos educación”, dice Jones. “No podemos terminar el problema con una ley y pensar que va resolverlo por nosotros”.
Ella quiere una mejor educación sexual, en la que a los niños se les enseñe la importancia del consentimiento y a las niñas a entender que no están obligadas a estar de acuerdo con tener relaciones sexuales.
El padre de Rehtaeh pasa mucho tiempo pensando en los jóvenes en estos días.
“Hemos creado un monstruo, y ese monstruo son nuestros jóvenes, que no tienen idea de cómo tratar a las mujeres”, dice Canning . “Ellos no tienen idea de cómo ser un héroe. No tienen ni idea de cómo ser padre”.
Es debido a su crueldad, dice, que ya no tiene a su hija.
Fuente: www.audienciaelectronica.net