Desde lo más alto de El Majagual, en San Cristóbal, esta casa campestre es el mejor ejemplo de cómo mezclar ornamentos y colores, logrando la calidez que da vivir en el trópico Y ésa es una combinación que su dueño, el diseñador Fernando Leo, aplica siempre a la perfección.
Ochenta y cuatro peldaños, no son 80 ni 90...“¡Son ochenta y cuatro!”, afirma contundentemente Fernando Leo. Y tan convencido está de este riguroso conteo, como de que desde hace ocho años viene subiendo y bajando la empedrada escalera que le conduce a las entrañas de una colina de San Cristóbal, donde construyó su residencia campestre.
Cuando el diseñador de interiores llegó a esta zona de Majagual, en Cambita, San Cristóbal, este terreno era totalmente silvestre. “Nos tomó un año construir la escalera. Dejaba mi vehículo en la superficie y me internaba varios metros al fondo hacia una propiedad empinada donde no había nada; solo maleza... Poco a poco, fuimos sembrando frutales y erigiendo la residencia actual, dándole un toque hogareño, que para mí es lo más importante”, recuerda con nostalgia Fernando Leo.